domingo, 4 de enero de 2015

Un jardín entre la niebla VIII : Mi cobardía.

Pasados estos días de alegría, esperanza, amor y serenidad hago balance y hecho la vista atrás..
Muchos años han sido los vividos en familia, unos inolvidables y otros que realmente quisiera olvidar pero en todos ellos siempre estaba presente de un modo u otro mi mamina. Este año también estuvo pero no con nosotros, ella está en su rutina diaria, aquella que no debe cambiarse por su bienestar y a pesar de alegrarme porque aún esté con nosotros físicamente, me duele la idea de que su mente tenga esa barrera impenetrable que puso para no dejarla disfrutar de nosotros como antaño.
Hace tiempo que no voy a verla y cada día me cuesta un poco más porque al contrario que ella, que afronta su día a día con valentía y con carácter, yo soy cobarde.
Cobarde por miedo a perderla, por miedo a recordarla en sus malos momentos antes de dejarnos, miedo a llorar en su presencia y no saber sacarle una sonrisa. Miedo a no saber disfrutar en su jardín entre la niebla.
Tengo en la memoria una ultima foto que la hicieron cuando llevaron a su bisnieto, su décimo tercer bisnieto, a que le conociera. Una foto en la que tiene al bebé en brazos, sentada en su silla de ruedas. Una foto con mucha ternura pero su imagen tan delgada es la que tengo más presente y a pesar de que me dicen que ha mejorado bastante y que se encuentra muy bien, yo solo puedo pensar en que se negaba a comer en mi última visita y que su olvido la lleva a consumirse inexorablemente.
¿Quién puede convencerme de lo contrario? ¿Quién puede ayudarme a luchar contra esa cobardía? Aún siendo consciente de que su tiempo está en la cuenta atrás, siempre dejo para mañana el ir a verla, siempre me digo que habrá otro día más y sigo huyendo, sigo con esa cobardía de enfrentarme a su imagen real. Como si de una pesadilla se tratara, sin enfrentarme a una realidad que puede hacerme más bien que mal.
Tengo en mi memoria un recuerdo de una riña con ella cuando era niña en la que mi enfado hizo que diera un portazo a mi habitación para encerrarme y forzando la puerta para que ella no entrase le digo unas palabras muy fuertes que nunca olvidaré. Siempre dije que me iba a arrepentir más que nunca el día en que me faltara pero ahora casi prefiero arrepentirme mil veces de aquello que recordarla sin memoria. Ahora, me pregunto si me arrepentiré de no haber ido a verla una última vez. En mi mano está cambiar aquello por lo que me puedo maldecir el resto de mi vida pero mi cobardía es fuerte, más que yo, y duele, duele mucho...
Debo volver a pensar en mi madre, su coraje, su cariño y su continuo sacrificio por estar con su madre, mi mamina, mi abuela. Con su ejemplo, su amor y respeto hacia su madre nos deja el listón muy alto. Por eso digo muy alto que no se puede estar más orgullosa de mi mamá. Sigo aprendiendo cada día de su ejemplo, fuerza y amor por todos. Sé que con su ayuda podré superar mi cobardía y hará que aquello que tanto me preocupa se haga pequeño, muy pequeño.


Mar.

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