Ayer fue uno de esos días en que la fibromialgia no te deja moverte en condiciones. Tenía cita con mi doctora y la entrada al centro está junto a un parque. Mientras cruzaba la calle, arrastrando los pies y con andares lentos, del parque salía una chica con su perro, un rottweiler de unas proporciones impresionantes. No sé su nombre, a si que para mi será Saeny, en recuerdo a un gran perro, de similar raza que tenía mi abuelo y que recuerdo porque su tamaño era tan grande como su bondad. Mi reacción al verle fue de precaución, empecé a andar más despacio si cabe y observar su reacción. Saeny se paró y se quedó mirándome fijamente, incluso ladeaba la cabeza en un gesto que a mi me pareció de compasión por mi, en un gesto tierno. Al momento se acercó a mi, yo me paré. Cuando llegó a mi altura, acarició con su lomo mi pierna y se quedó a la altura de mi mano, se paró, levantó la cabeza para mirarme y después bajó la cabeza. Pensé que quería unas caricias pero antes de hacerlo, miré a la chica como pidiendo su permiso y ella me dijo: "quiere que le cojas del collar". Sin mediar ni una sola palabra por mi parte, le agarré del collar y para mi sorpresa, Saeny empezó a tirar de mi, llevándome hacía su compañera, la chica. Al llegar a su altura, el animal la miró, como pidiéndole permiso y ella le dijo: "llevalá" la chica me miró y me sonrió, dándome confianza. No supe decir nada y Saeny empezó a tirar de mí, despacio, intentando que su fuerza me facilitara la movilidad y me subió toda la cuesta que hay en la entrada al centro sanitario hasta llegar a la puerta. Al llegar me dio con la cabeza en la pierna con un gesto que yo entendí como: "entra", le solté y entré. Al pasar las puertas correderas, me giré y observé como bajaba la cuesta hacia ella.
Me quedé sin palabras, no supe dar las gracias a ambos, emocionada y casi con lagrimas en los ojos, entré al centro pensando en lo afortunada que acababa de ser por vivir una experiencia tan bella.
Ahora solo pienso en volver a encontrarme con Saeny y su compañera para darles las gracias como merecen. Un gesto desinteresando, no esperaban mis gracias pero su gesto lo merece y su altruismo infinito y reconfortante.
La vida está llena de esos pequeños momentos que te hacen feliz y alguno llega a marcar un antes y un después. Ese momento fue uno de esos que marcan y que llevaré conmigo siempre.
Mar, rosa azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario