sábado, 12 de abril de 2014

Agradecido gesto de un rottweiler ¡Gracias Saeny!

Un simple gesto puede hacer que te emociones hasta limites insospechados. Siempre esperas que un bello gesto sea de mano de una persona, alguien conocido o incluso a veces de alguien a quien no conoces, pero es más difícil, en general, pensar que ese gesto te lo dé un animal. No para los que en algún momento de la vida hemos tenido la compañía de algún animal, para nosotros no hay duda de que son capaces de regalarnos maravillosos gestos. Siempre escuché o incluso vi lo que son capaces de hacer los perro guía pero hasta ayer no entendí del todo, aunque lo imaginase, el vínculo tan fuerte que se crea entre el perro guía y la persona. Algunos perros simplemente por ser de una raza determinada nos crean miedo por los prejuicios de alguna noticia en la que son violentos. Desde ayer, estoy convencida que no son violentos por raza, sino por otros factores que les rodeen.
Ayer fue uno de esos días en que la fibromialgia no te deja moverte en condiciones. Tenía cita con mi doctora y la entrada al centro está junto a un parque. Mientras cruzaba la calle, arrastrando los pies y con andares lentos, del parque salía una chica con su perro, un rottweiler de unas proporciones impresionantes. No sé su nombre, a si que para mi será Saeny, en recuerdo a un gran perro, de similar raza que tenía mi abuelo y que recuerdo porque su tamaño era tan grande como su bondad. Mi reacción al verle fue de precaución, empecé a andar más despacio si cabe y observar su reacción. Saeny se paró y se quedó mirándome fijamente, incluso ladeaba la cabeza en un gesto que a mi me pareció de compasión por mi, en un gesto tierno. Al momento se acercó a mi, yo me paré. Cuando llegó a mi altura, acarició con su lomo mi pierna y se quedó a la altura de mi mano, se paró, levantó la cabeza para mirarme y después bajó la cabeza. Pensé que quería unas caricias pero antes de hacerlo, miré a la chica como pidiendo su permiso y ella me dijo: "quiere que le cojas del collar". Sin mediar ni una sola palabra por mi parte, le agarré del collar y para mi sorpresa, Saeny empezó a tirar de mi, llevándome hacía su compañera, la chica. Al llegar a su altura, el animal la miró, como pidiéndole permiso y ella le dijo: "llevalá" la chica me miró y me sonrió, dándome confianza. No supe decir nada y Saeny empezó a tirar de mí, despacio, intentando que su fuerza me facilitara la movilidad y me subió toda la cuesta que hay en la entrada al centro sanitario hasta llegar a la puerta. Al llegar me dio con la cabeza en la pierna con un gesto que yo entendí como: "entra", le solté y entré. Al pasar las puertas correderas, me giré y observé como bajaba la cuesta hacia ella. 
Me quedé sin palabras, no supe dar las gracias a ambos, emocionada y casi con lagrimas en los ojos, entré al centro pensando en lo afortunada que acababa de ser por vivir una experiencia tan bella. 
Ahora solo pienso en volver a encontrarme con Saeny y su compañera para darles las gracias como merecen. Un gesto desinteresando, no esperaban mis gracias pero su gesto lo merece y su altruismo infinito y reconfortante.
La vida está llena de esos pequeños momentos que te hacen feliz y alguno llega a marcar un antes y un después. Ese momento fue uno de esos que marcan y que llevaré conmigo siempre. 

          

Mar, rosa azul.

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