lunes, 10 de junio de 2013

Y la luna la vino a ver...

Amanece y despierta con un huracán atenazando todo su cuerpo, con miedo a aquello que está por venir y sus consecuencias.
Levanta su cuerpo al sol y le pide esa energía que necesita para empezar y el sol, complaciente, se la da.
Dándole gracias y con un quejicoso suspiro, alza su cuerpo hacia el día y así entre sinuosos caminos llenos de piedras que debe saltar, se dispone a llegar a su destino.
Incertidumbres, desvaríos y alguna que otra sonrisa fugaz. Dando tumbos y ganando terreno al día gracias a su fuerza de voluntad y los ánimos recibidos por sus compañeros de vida pasa el día.
Poco a poco anochece y las estrellas asoman a su ventana preocupadas por como estará. Ella sonríe y le da las gracias, poco a poco pasará.
Necesita un buen sueño, pasear con las estrellas, sentirse liviana como las nubes y mecerse con mimo en la luna. Suplica entre susurros, lo grita a los cuatro vientos y ella con su bella luz plateada aparece en su balcón. Ella, bella y ensoñadora extendiendo su mano...


Y la luna la vino a ver...

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